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Resistencia a la terapia

  • Foto del escritor: Mariangela Esposito
    Mariangela Esposito
  • 7 dic 2021
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 9 mar

¿Te ha pasado que de pronto ya no quieres ir más a terapia? que... ¿Te da “fastidio” asistir a la sesión, o sientes que no tienes nada que decirle a tu psicólogo/psicoanalista? ¿Te ha pasado que has cancelado tu sesión a pesar de no tener motivos reales para hacerlo? O quizás ¡¿te has olvidado que tenías sesión y no asististe!?


Tranquila/o… se llaman resistencias, son inconscientes y todos los que hemos estado alguna vez en terapia lo hemos experimentado.



Pero… ¿Qué son realmente las resistencias?


Su propio nombre nos regala una pista. Pudiéramos pensar en ellas como una especie de obstáculo o “piedra de tranca”... aquello que obstaculiza nuestro proceso psicológico, impidiendo que hagamos el trabajo (Morabito, 2003).


Podemos entenderlas también, como una defensa ante el dolor. Son esas fuerzas internas que luchan por encubrir el contenido inconsciente (intolerable para el sujeto); y por tanto, la persona libra en su interior una batalla con varios aspectos de sí mismos que se oponen y resisten al avance en su proceso (Coderch, 1990). Una lucha, en la que el psicoterapeuta - o analista - también participa (desde un lugar diferente), con el objetivo de liberar al paciente de sus ansiedades, inhibiciones, síntomas… o malestar en general, que gracias a las resistencias se mantienen.


Las resistencias aparecen a medida que se profundiza en el trabajo psicológico y psicoterapéutico.

Para nadie es un secreto: que en terapia comenzamos a mirar hacia adentro (de esa cajita oscura llamada inconsciente), y volvemos a abrir la puerta hacia nuestra historia... nuestro pasado, que alberga situaciones dolorosas, duras, difíciles de recordar, y por supuesto de ponerlas en palabras.


A medida que avanzamos en ese recorrido, el especialista se vale de su metodología, de una cantidad de técnicas e intervenciones para ayudar, a aquel que está sentado del otro lado, a encontrar y visibilizar sus “puntos ciegos”, a dar un sentido a una cantidad de elementos que van surgiendo en el proceso y a resignificar otra cantidad de situaciones. Ese proceso de “ajuste”, esa nueva forma de “mirar”, ese cambio de “perspectiva” que va adquiriendo la persona que consulta, inevitablemente conlleva a experimentar resistencias.


¿Te suena aquello de resistencia al cambio?

Las resistencias se instalan precisamente para evitar avanzar en el proceso; es decir, se oponen a este de alguna manera… Obturan el cambio, impiden la apertura, nos hacen “filtrar” pensamientos, recuerdos o sentimientos, que al darles lugar en la sesión provocarían gran movilización emocional, permitiendo profundizar en lo que se encuentra asociado a todo aquello. Dicho en otras palabras, evitan que podamos hacer conscientes los conflictos inconscientes.


Las resistencias pueden manifestarse de varias maneras y tener propósitos diferentes; por ejemplo:


  • Existen resistencias que impiden traer a la consciencia recuerdos, pensamientos y sentimientos asociados a la historia de vida, que pudieran generar malestar o dolor emocional.

  • Otro tipo de resistencia deriva del beneficio secundario que consigue la persona con su síntoma, enfermedad o malestar; es por eso que se resiste a “mejorar”, pues eso supondría renunciar a una cantidad de “beneficios” que su situación actual le provee (de los que posiblemente no sea consciente -o sí-) .

  • Las resistencias que provienen de la culpa y la “necesidad” de castigo (Ejemplo: “merezco estar como estoy, porque he sido malo/a”).

  • Hay resistencias que hacen al paciente guardarse información o no asociar sus ideas con libertad durante las sesiones; por una necesidad de “controlar” y evitar enfrentarse con aquello “doloroso”.

  • Podemos encontrar resistencias que atentan directamente contra el proceso, como por ejemplo las llegadas tardes a la consulta, olvidar la sesión, el retraso significativo del pago de los honorarios.

  • Entre otras más...


Todos los que estamos en un proceso psicoterapéutico o psicoanalítico experimentamos resistencias, y estas a su vez son inconscientes.

Entonces en un proceso psicoterapéutico (con influencia psicoanalítica) el paciente y el terapeuta trabajan juntos para “vencer” las resistencias, que es lo que permite liberar al paciente de su síntoma… de su padecimiento. Es una lucha constante, que enfatiza la importancia de la no interrupción de la frecuencia de las sesiones; puesto que, mientras más espacio existe entre una sesión y otra, es más probable que las resistencias vuelvan al lugar inicial y jueguen una vez más su papel: oponerse al proceso terapéutico.


No obstante, las resistencias son parte del proceso, no son necesariamente negativas, porque es solo a partir del atravesamiento de ellas, que podremos lograr la elaboración de eso que no puede ser puesto en palabras; eso que conocemos como “insight” o en términos coloquiales el “ahora todo tiene sentido”.


De tal manera que si estás en terapia, y esto te ha pasado, ahora sabes que es parte del proceso, y que es fundamental tenerlo presente, e incluso llevar a terapia tus resistencias, para continuar avanzando ¡podrías sorprenderte!


Suelo decir, que las mejores sesiones a veces son esas a las que no queríamos asistir… y no solo lo digo como especialista; sino también como paciente.



Referencias:


Coderch., J., 1990. Teoría y técnica de la psicoterapia psicoanalítica, (2da Ed). Editorial Herder. Barcelona.


Morabito., L., 2003. Resistencias: Obstáculos e instrumentos. Conferencia presentada en el Marco de las IV Jornadas de Psicoterapia Psicoanalítica de la Asociación Venezolana de Psicoanálisis. Caracas


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