top of page

Cuidar de tu salud mental puede ser fácil

  • Foto del escritor: Mariangela Esposito
    Mariangela Esposito
  • 15 oct 2020
  • 7 Min. de lectura

Actualizado: 9 mar

El pasado 10 de octubre se celebró el día mundial de la salud mental, en el marco de una situación extraordinaria a nivel global a razón de la ya conocida pandemia: COVID-19; que sin duda alguna, ha afectado desde todo punto de vista la cotidianidad de las personas (en los diferentes ámbitos de la vida: familia, trabajo, estudio, social, pareja), pero en especial, ha generado un impacto importante en la estabilidad emocional y psicológica de millones de personas alrededor del mundo.

Esta situación, evidentemente ha supuesto una gran exigencia para los sistemas sanitarios, sobre todo en aquellos países más afectados; requiriendo una labor titánica por parte de todos los profesionales del área médica.

Ciertamente, el protagonismo durante esta dura realidad, lo llevan médicos y personal de enfermería. No obstante, psicólogos y psiquiatras también han estado presentes durante este tiempo, gracias al fuerte impacto que ha generado esta pandemia en términos de salud mental y bienestar.

Una presencia que ha sido fundamental en la inminente necesidad de contención emocional, y para el acompañamiento psicológico, que han requerido millones de personas a lo largo de dicha contingencia.

Las innumerables pérdidas de familiares, amigos y conocidos a causa del virus, la desincorporación del trabajo, las dificultades de adaptación, los retos y los excesos como consecuencia del teletrabajo, entre tantas otras situaciones, ha incrementado la necesidad de solicitar asistencia psicológica en los últimos meses.

Sin dejar de lado, la cantidad de personas que, previo a la pandemia, ya vivían con condiciones emocionales, psiquiátricas o psicológicas que ameritaban tratamiento, acompañamiento y atención… Ellas también se han visto afectas, e incluso ahora están más aisladas socialmente que antes.

En fin, ha sido una situación realmente exigente desde todo punto de vista para todas las personas, profesionales, sectores, empresas, comercios… cada quien ha visto las consecuencias de esta pandemia a su manera. Pero lo que realmente preocupa, regresando al tópico central del artículo que hoy les comparto, es el presupuesto y la gran inversión que se requiere para garantizar apoyo psicosocial de quienes más lo necesitan; es decir, se estima que en los próximos meses – e incluso años – las necesidades de asistencia, programas y apoyo en materia de salud mental se incrementarán razonablemente, y se teme que la inversión, tanto como el presupuesto destinado a ello, no sean suficientes a nivel mundial (https://www.who.int/es/campaigns/world-mental-health-day/world-mental-health-day-2020).

Lo cual, es verdaderamente alarmante.

Visto de esta manera, yo insisto en reiterar la importancia de la prevención… y aunque muchos no están al tanto, existen diversas formas de cuidar nuestra salud mental, y hacer un aporte “a cuenta propia” en el mantenimiento de la misma.

¿Qué puedo hacer para cuidar mi salud mental?

Existen múltiples cosas que podemos poner en práctica cotidianamente, como parte de un trabajo preventivo.


Recuerda, que tu cerebro es uno de los órganos más trascendentales que tiene tu cuerpo, el dirige todo lo que ocurre dentro de ti. Tan solo un pequeño desequilibrio en esa máquina tan poderosa que habita en el “Penthouse” de nuestro templo, podría implicar consecuencias importantes en nuestro funcionamiento, desenvolvimiento y en nuestra vida en general.

¿Te vas a arriesgar? Supongo que no… Así que toma nota de lo siguiente:

  • 1- Aprende a tener una rutina, pero sabiendo dejar espacios ocasionales para la flexibilidad.

Las rutinas nos dan orden, nos organizan, y nos dan cierta estabilidad externa que se traduce al mismo tiempo en una sensación de estabilidad interior.

Imagina como sería vivir en caos (interno y externo), estar todo el día en incertidumbre, corriendo de un lado al otro sin saber qué hacer o cuándo hacerlo; sintiendo que el tiempo no te alcanza para nada, etc… etc. Nada más de pensarlo ya estoy cerca de sentirme mal, estresada y ansiosa. Por lo tanto, el que puedas tener bien estructurados y definidos tus días (recuerda, siempre dejar espacio, y ser flexible, ante las eventualidades e imprevistos… o simplemente, a un cambio nuevo que desees incorporar) siempre será beneficioso para ti y tu salud mental.

  • 2- Ejercita tu cuerpo con frecuencia durante la semana.

Ya se ha demostrado los interesantes beneficios que tiene el ejercicio en la salud física de los seres humanos, pero también en la salud mental.

Nos mantiene activos, sanos, fuertes; mejora nuestra autoestima, incrementa los niveles de energía, es sumamente beneficioso en casos de ansiedad (para muchas personas el ejercicio es un momento “catártico”), proporciona sensación de bienestar, es beneficioso para el sueño… por tan solo mencionar algunas de sus bondades.

  • 3- Ejercita tu cerebro

Esto es importantísimo, pues es considerado un factor protector en algunos casos. Encuentra espacio en tus días para la lectura, para aprender o practicar un nuevo idioma, para estudiar algo nuevo, para realizar manualidades e incluso actividades como: sudoku, crucigramas, sopa de letras, rompecabezas, entre otras similares.

  • 4- Mantén una alimentación saludable y buenos hábitos alimenticios.

Lo que ingerimos diariamente puede hacer una diferencia sustancial en nuestro estado de ánimo, en nuestro nivel de energía, en nuestro rendimiento (y productividad), pero también en nuestro cerebro y por tanto en nuestra salud mental.

Un artículo publicado en el portal de la BBC, el pasado 27 de septiembre del 2018 (https://www.bbc.com/mundo/noticias-45652449), relata que a partir de la revisión exhaustiva de 41 estudios realizados en materia de alimentación, nutrición y salud mental, (publicados en los últimos 10 años); es posible afirmar que ciertas “dietas” - o estilos de alimentación – tienen un impacto positivo en el estado de ánimo, mientras que ciertos tipos de hábitos alimenticios, por el contrario, podrían incrementar incluso los riesgos de depresión u otras alteraciones de la salud mental.

Ya se sabe, y ha sido demostrado en numerables estudios e investigaciones científicas (en Estados Unidos, Inglaterra, Australia, Francia, España, entre otros países), que los alimentos altamente procesados (o ultraprocesados), así como los que contienen grandes cantidades de grasas y azúcares, generan lo que denominan “Inflamación sistémica”; aumentando el riesgo de depresión de manera significativa, según relata la doctora Camille Lasalle, líder de la investigación que se realizó en la universidad londinense: University College London (UCL).

Pero no solo eso, la ingesta elevada de grasas, azúcares, gluten y harinas refinadas, se asocian directamente a afecciones como: cáncer, infertilidad, resistencia a la insulina, entre otros; que al mismo tiempo producen malestar emocional significativo.

También es importante que sepas, que una mala alimentación o una alimentación pobre, es un factor de riesgo a padecer disfunciones en el desarrollo y/o del aprendizaje (cuando hablamos de niños y adolescentes), lo cual será un elemento de predisposición a padecer algún tipo de condición mental a futuro.

Esto por supuesto, incrementa cuando está en asociación con otros factores ambientales, familiares, etc.
Así que, en resumen, cuida lo que comes.

  • 5- Incrementa los hábitos saludables en tu día a día, y reduce malos hábitos y/o vicios.

Por lo general, la mayoría de lo vicios son nocivos para la salud y representan también un factor de riesgo a la hora de presentar trastornos mentales, afectando significativamente nuestro bienestar y calidad de vida.

Las personas que tienen vicios significativos, y en especial adicciones, tienen mayor propensión a incurrir en situaciones de riesgo, a desarrollar patologías mentales, presentar deterioro cognitivo, y a ver mermada su calidad de vida en términos de inserción social, trabajo, educación, relaciones interpersonales, entre otras; lo que, en la mayoría de los casos, puede afectar emocional y psicológicamente a la persona (e incluso a sus familiares).

  • 6- Practica el autocuidado.

Autocuidado no es sinónimo de “vanidad”. Como la palabra lo indica, es cuidar de sí mismo; por tanto, el autocuidado implica cuidar de ti por dentro y por fuera, atenderte, hacer lo necesario para mantenerte saludable y en sintonía con tu bienestar.

Practicar el autocuidado implica:

Ir a tus controles médicos regulares, para saber que todo está en orden, tomar medidas preventivas; o por lo contrario, tomar acciones necesarias para tu mejoría y recuperación.


Ir a terapia, trabajar en tu historia, tus heridas, aprender a enfrentar tus problemas, adquirir herramientas para afrontar la adversidad; así como también atender las manifestaciones emocionales o psicológicas que pueden generarte tanto malestar.

Tomar espacios para el descanso, para la oxigenación, para salir de la rutina de forma placentera, para la gratificación… tener tiempo para ti, para que puedas hacer lo que te gusta.

Compartir con tus amistades, con tus seres queridos o contigo mismo/a en soledad.

Implica trabajar en ti y tu crecimiento personal, emocional, espiritual.

Cuidar de tu cuerpo por dentro y por fuera: comiendo saludablemente, evitando dañarle con prácticas nocivas, ejercitándote, manteniéndolo con rutinas de cuidado de la piel, entre otras cosas.

Practicar la meditación.

Aprender a poner en práctica técnicas de respiración y relajación, que nos ayudan a gestionar el estrés de la cotidianidad, y los niveles de ansiedad.

Y estos son tan solo algunos ejemplos, el autocuidado puede ser incluso más amplio.

  • 7- Duerme 8 horas diarias.

El buen descanso es fundamental para nuestra salud mental.

Cuando no descansamos, nuestro cerebro se siente “sobrecargado” o “recalentado”, tal como cuando abusamos de nuestro carro - o coche. Cuando esto ocurre, sabemos que no funcionaremos al 100% y que (si abusamos constantemente de él y no le permitimos el suficiente descanso) podríamos desencadenar algún quiebre o consecuencia negativa, a razón del desgaste.

Cuando no descansamos nos sentimos a media máquina, lentos, fatigados, malhumorados, susceptibles, irritables, nos cuesta focalizar y sostener la atención y la concentración; nuestra memoria se ve afectada, y una cantidad adicional de sensaciones internas.


  • 8- Mantente hidratado.

La mayor parte de nuestro cerebro, es agua! Y cuando esta maravillosa máquina, recibe niveles suficientes de agua al día, funciona debidamente.

Si alguna vez te has deshidratado, sabrás a lo que me refiero.

  • 9- Practica la gratitud.

Esta fortaleza del carácter, según la psicología positiva, es un elemento muy importante que incluso favorece al desarrollo de la resiliencia.

Cuando ponemos en práctica la gratitud conectamos con el valor de las cosas que tenemos en el aquí y el ahora; sin centrar el foco en la carencia… en lo que nos falta, que sin duda es agotador y agobiante e incrementa nuestros niveles de insatisfacción con la vida.

Resulta valioso tomar tan solo 5 minutos de tu día, para darte cuenta de la cantidad de cosas que te hacen ser afortunado y por las cuales estás agradecido. Esto nos conecta con el lado positivo de la vida y automáticamente te ayuda a asumir una actitud positiva ante ella (fundamental para evitar alteraciones emocionales y/o psicológicas)… nos permite darnos cuenta que no todo es malo y nos da la energía que necesitamos para continuar avanzando, a pesar de esos clásicos momentos de adversidad.

  • 10- Tener una red de apoyo es clave: amigos, familiares, etc.

Tener relaciones estables, vínculos sanos, una dinámica familiar positiva; es un buen predictor de salud mental, y sin duda nos ayuda a sobrellevar los momentos más difíciles de nuestra vida cotidiana así como los altos niveles de estrés.

Estas son tan solo las más relevantes, claramente, siempre existen muchas otras cosas que puedes hacer para cuidar tu salud mental y prevenir.

Recuerda:

Nuestra salud mental y bienestar dependen de una multiplicidad de factores: el ambiente sociocultural donde nos desarrollamos, la comunidad, la familia, los antecedentes familiares, la historia personal e incluso las características de personalidad; entre otras.

Comments

Rated 0 out of 5 stars.
No ratings yet

Add a rating
bottom of page